Encontrar el laberinto, perderse en él, llegar a su centro...
y ya no hay un juego de múltiples personalidades, se unen, son solo una
soy yo, un todo y parte de algo más...
Navego en un océano con bruma y no conozco el destino
pero si se cual es el camino a recorrer,
y yo dirijo mi vida.
Y esta bruma oculta el pasado, lo vuelve invisible
y me doy cuenta que soy mucho más que los ecos de este.
Los lazos de fuego ya no son eternos, se deshacen, se rearman,
y todo es movimiento en armonía.
Y así es como nada permanece,
poco a poco las cosas cambian,
hasta que me doy cuenta que nada es igual,
que yo no soy igual.
Las mismas palabras con distintos significados,
con un distinto sentir, con otra intención
y la tranquilidad...
la tranquilidad de ver logrado algo con lo que ni siquiera fui capaz de soñar.